¿Qué estaba haciendo exactamente el cómplice del emperador Claudio en las orillas del Verbano hace dos mil años? Esto bien podría venir a la mente al leer la inscripción en la piedra conmemorativa del Ara delle Matrone (Altar de las Matronas) conservada en el interior de la iglesia parroquial de Santo Stefano. Estamos en el centro del antiguo distrito de Villa, en la Piazza Rosario, en las laderas de la colina de Castagnola.

La inscripción indica que el liberto Narciso dedicó el altar a Cesare Germanico, un epíteto compartido por Calígula y Claudio. Bajo este último, Narciso disfrutó del favor de la corte y se convirtió, de hecho, en un ministro de estado, frustró las sediciones en Gran Bretaña y las conspiraciones en Roma (la de Mesalina) y se enriqueció con bienes públicos antes de suicidarse cuando Nero llegó al poder.

El altar está hecho de mármol de Candoglia - el mismo mármol que se utilizó para construir el Duomo de Milán 13 siglos después - y representa una escena de sacrificio sacerdotal y de jóvenes doncellas que bailan con las manos unidas. Se considera una de las pruebas más interesantes que atestiguan el culto de las Matronas, diosas de la fertilidad.

Si bien la iglesia data de la época románica, de la segunda mitad del siglo XII, también sufrió una restauración y transformación significativas durante el siglo XVII. Bordeando el lado sur, al que se llega siguiendo la vía Santo Stefano, se pueden ver las paredes románicas junto con parte de la cornisa de arcos colgantes y el campanario, junto al lado norte, construido con bloques de piedra cuadrados.

Dentro de la iglesia parroquial, no debe perderse el antepecho del coro, decorado con alegorías musicales y florales, y el órgano de 1911, encerrado en una magnífica caja de madera de 1620.